El momento en que cruzamos
El momento en el que cruzamos el umbral de una puerta
Cuando cruzamos un umbral se da un momento de micro-meditación, de microreflexión, de quién consideramos que somos y qué vamos a mostrar a quienes nos reciban.
Cualquiera sea la puerta, la abertura, el marco, se un umbral abre un proceso, que activa o desactiva nociones en el cuerpo y la mente.
Ejemplos de esto los podemos buscar en los umbrales de ciertos espacios que pueden ser leídas como “más solemnes”. Por ejemplo, a la entrada de algún templo de cualquier confesión, de una cueva entre las rocas junto al mar o en la montaña, a la entrada de un cementerio, la habitación de alguna persona que consideramos de autoridad, la persona amada o el espacio que habita una persona enferma.
Es un momento performático, conectado con valores éticos y estéticos, y a veces, con requerimientos formales impuestos culturalmente (antes, los hombres debían quitarse los sombreros al entrar a un lugar, o si se llega a una casa, la “obligación” de saludar a los presentes), y que de paso, pensamos, genera derechos y deberes, de alguna manera, con nosotros mismos o con los demás.
Se despliega una nueva red de relaciones marcando además un ‘dentro’ con un ‘afuera’.
Un enfoque coreográfico
De la misma manera, siento que hay una reacción intuitiva, que tiene que ver con lo cognitivo y también con lo sensorial.
Cada persona tiene un postura corporal, un ritmo al caminar, un pulso y ritmo de respiración determinados, por lo que, de igual forma, abordará con un enfoque coreográfico distinto esta transición de umbral:
cómo se posiciona el cuello,
la cabeza, la mirada,
las manos,
y con todo ello, los sentidos:
Cómo desplegamos la mirada al entrar, si abrimos los sentidos o los cerramos, qué escuchamos, que oímos, qué decidimos tocar y por qué, qué decidimos decir o no decir, hacer sonar o no sonar (son muchas y variadas las acciones y reacciones que realizan las personas al cruzar un umbral, por ejemplo, suspirar, sonreír…).
El umbral nos aparece entonces como una microliminalidad y una microritualidad que nos abre a integrarnos a un espacio, nos hace posicionarnos y nos presenta un horizonte de posibilidades, de percepciones y de acciones.
El umbral es donde se hace la sombra
Es la presencia y es la ausencia
Es la abertura de un muro
Es la rotura de un bloqueo
Es una transformación
Una tele transportación
Es el marco
De una trans
mutación.
¿Cuál es tu visión?
Este es tan solo un pequeño preludio de una investigación antropopoética que he comenzado sobre los umbrales como zonas de transición, paso y traspaso.
Para ver el próximo paso de este camino de umbrales, puedes ir a la próxima reflexión: Umbrales y puertas de una paradoja reflejada
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Cualquiera sea la puerta, la abertura, el marco, se un umbral abre un proceso, que activa o desactiva nociones en el cuerpo y la mente.
Ejemplos de esto los podemos buscar en los umbrales de ciertos espacios que pueden ser leídas como “más solemnes”. Por ejemplo, a la entrada de algún templo de cualquier confesión, de una cueva entre las rocas junto al mar o en la montaña, a la entrada de un cementerio, la habitación de alguna persona que consideramos de autoridad, la persona amada o el espacio que habita una persona enferma.
Es un momento performático, conectado con valores éticos y estéticos, y a veces, con requerimientos formales impuestos culturalmente (antes, los hombres debían quitarse los sombreros al entrar a un lugar, o si se llega a una casa, la “obligación” de saludar a los presentes), y que de paso, pensamos, genera derechos y deberes, de alguna manera, con nosotros mismos o con los demás.
Se despliega una nueva red de relaciones marcando además un ‘dentro’ con un ‘afuera’.
Un enfoque coreográfico
De la misma manera, siento que hay una reacción intuitiva, que tiene que ver con lo cognitivo y también con lo sensorial.
Cada persona tiene un postura corporal, un ritmo al caminar, un pulso y ritmo de respiración determinados, por lo que, de igual forma, abordará con un enfoque coreográfico distinto esta transición de umbral:
cómo se posiciona el cuello,
la cabeza, la mirada,
las manos,
y con todo ello, los sentidos:
Cómo desplegamos la mirada al entrar, si abrimos los sentidos o los cerramos, qué escuchamos, que oímos, qué decidimos tocar y por qué, qué decidimos decir o no decir, hacer sonar o no sonar (son muchas y variadas las acciones y reacciones que realizan las personas al cruzar un umbral, por ejemplo, suspirar, sonreír…).
El umbral es donde se hace la sombra
Es la presencia y es la ausencia
Es la abertura de un muro
Es la rotura de un bloqueo
Es una transformación
Una tele transportación
Es el marco
De una trans
mutación.
¿Cuál es tu visión?
Este es tan solo un pequeño preludio de una investigación antropopoética que he comenzado sobre los umbrales como zonas de transición, paso y traspaso.
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